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jueves, 16 de octubre de 2008

SOLEDAD

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Lo dicen las Sagradas Escrituras,
a imagen y semejanza de Dios
somos hombres creados de su voz,
libres de las tinieblas más oscuras.

¿Pero a cuál imagen y semejanza?
¿Acaso la de quién lealtad exige,
tal como Abraham sumiso y fiel elige
dar la vida de su hijo en alabanza?

¿O quizás es la imagen de quien pacta
una Alianza exclusiva con hebreos
y desampara a muchos sin trofeos,
ni Arcas, ni Templos y condena intacta?

¿Cuál semejanza? ¿Cuál imagen? ¿Cuál?
¿Será aquella de aquél que arrepentido
de sus criaturas que habían pervertido,
castiga con Diluvio Universal.

¿Puede ser sanguinario y vengativo?
¿Celoso y rencoroso que condena,
con plagas y desastres envenena?
¡Vaya, parece Dios algo emotivo!

Más bien parece a nuestra semejanza,
¿Fue Dios hecho a la imagen de nosotros?
¿Mito para el engaño de unos a otros,
para fomentar falsas esperanzas?

Cándidas esperanzas de arrogancia
pretender una tranquila eternidad
como premio a supuesta moralidad,
sin conciencia de nuestra irrelevancia.

Una pizca de polvo ni siquiera,
apenas somos un hálito inmerso
en magna inmensidad del Universo

donde la soledad todo apodera.

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