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martes, 8 de diciembre de 2009

EL TIEMPO PASA

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El tiempo fluye como agua de un río,
que a veces va tranquila a paso lento
y otras veces discurre con más brío,
impasible progresa con aliento
que emana y surte vida al sembradío,
donde hilvana momento tras momento
para que en primavera abran las flores
y en otoño agonicen los amores.

La primavera pinta de colores,
brillantes de alegría y esperanza,
jubilosa el paisaje con sus flores
que el viento arrulla en tierna y suave danza
sobre una extensa alfombra de verdores,
une belleza y tiempo en dulce alianza,
plácida se desliza a su destino
mientras giran las aspas del molino.

Pero el tiempo no pasa vanamente,
en otoño las hojas envejecen,
hojas secas del árbol decadente
marchitas por el tiempo languidecen
hasta morir en brazos inocentes
que entre calladas brisas aparecen,
implacable transforma el horizonte
vuelto oscuro paisaje y tristes montes.

El tiempo desvanece los colores,
se pierden como el humo se disipa
cuando se vuelve nada en sus blancores,
el tiempo borra todo y lo destripa,
salvo el recuerdo, junto a sus rubores,
del jardín y sus flores que emancipa
del olvido y convierte en eternas.
En mi memoria viven rosas tiernas.
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