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sábado, 31 de octubre de 2009

MI VIEJO PUEBLO

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Hoy en día, después de tantos años
vuelvo a ver a mi viejo caserío,
aún casas de piedra como antaño
y rústicas paredes para el frío,
que me vieron nacer lejos de extraños
y donde mi niñez fue un largo estío
con el cuido y abrigo de mi madre
y también el resguardo de mi padre.

Me detengo a mirar en la distancia
todo parece igual, el tiempo es nada,
ahora es como ayer cuando mi infancia
como si nada hubiese en la mirada
de las casas de cálida fragancia
que invitan como plácidas moradas,
que se abrazan trenzadas y se estrechan
con sus rojizas tejas que la techan.

Nadie se ve en el pueblo, nadie asoma,
sólo un perro holgazán cruza impasible
mientras vaga sin destino en la loma
de donde todo el pueblo está visible
y se respira el dulce y suave aroma
que alimenta mi espíritu sensible,
mientras embelesado en mis recuerdos
titubeante avanzo a pasos lerdos.

Viene a lo lejos una melodía,
es grácil vuelo de unas mariposas
aliento a primavera, es la armonía
de la música alegre de las rosas
que entona una canción de lozanía
y me lleva a mi infancia silenciosa
de quimeras perdidas en la senda
que el tiempo me alejó de mi vivienda.

Frente a mi viejo pueblo está el pasado
me envuelven los recuerdos de mi hogar
pintado de humildad de lado a lado
y pleno de modestia familiar,
una pequeña casa del poblado
y en el fondo un fogón de cocinar
donde hacía mamá el sabroso pan
que disfrutamos juntos al samán.

Siento las callejuelas empedradas
como si fuese ahora el niño en juegos,
piruetas y carreras alocadas,
travesuras ingenuas sin sosiego,
saltando por los muros con espada
tal como caballeros palaciegos
junto a mis amistades e ilusiones
de ser héroe que vence a los dragones.

Eran así mis sueños infantiles
de ficciones fantásticas del mundo
y aventuras de jóvenes gentiles,
justiciero de éxito rotundo
y mis admiradoras de por miles,
mientras en mi caballo iba errabundo
cual Quijote valiente y soñador
desafiando a molinos con furor.

Los molinos de viento muchos fueron,
todos los enfrenté en tiernos sueños
y después otros más también vinieron,
desafíos que exigen más empeño,
pues como oscuras sombras acudieron
para obligar a un rudo desempeño
por el progreso en sendas de la vida
que transité por nadie bendecida.

Un día falleció mi viejo padre
y sufrimos su ausencia y desamparo,
comprendimos lo qué es volverse pobre,
tan pobre que lo digo con descaro,
pero estuvo el tesón de nuestra madre
que fue en la adversidad calor y faro,
entregada al trabajo de costuras
nos crió con sacrificio y su bravura.

Así llegó el momento de partir
y buscar diferentes horizontes,
la posibilidad que el porvenir
pudiese ser mejor que en este monte,
sentir la gran ciudad para surgir
con terco esfuerzo, pero sin aprontes,
hasta sentir la vida en plenitud
y la paz personal como virtud.

No fue nada sencillo batallar
desde el mismo interior de la ciudad,
como nave que lucha contra mar
cuando parece un monstruo de crueldad,
con el riego que invita a naufragar
quizá hasta la profunda oscuridad
donde se pierden sueños e ilusiones
que ayer del alma fueron bendiciones.

Sin embargo, mayor fueron las ansias
de avanzar hacia el logro personal,
muchos años de gran perseverancia
para una formación profesional
que dichoso logré sin arrogancias,
comprometido a dar mi aporte social
e ir hacia las auténticas respuestas
de la vida consigo mismo honesta.

Premio maravilloso es mi familia
que logré en el camino de la vida,
a nuestras ambiciones reconcilia
y consuela las lágrimas vertidas
por dolores que nadie más auxilia
ante la adversidad incomprendida,
son los lazos de sangre que se sellan
por siempre y que en lo íntimo destellan.

En primavera flores emergieron,
florecieron y dieron las semillas
de vida que mis huellas imprimieron
junto a mi flor color de maravilla,
es mi legado que ángeles ungieron
con la más bella estrella que amplia brilla,
mis hijos, el orgullo de mi vida
continuarán después de mi partida.

La vida es como un barco que navega
en el inmenso mar sin freno alguno,
deja una estela blanca que al mar siega,
son huellas que en el tiempo yo desuno
en mi olvido y que el viento las disgrega,
tal como se diluye en aire el humo,
pero queda el recuerdo en lo profundo
del alma y dejo frutos para el mundo.

Orgulloso logré una descendencia
que quería llevar hasta mamá,
hijos y nieto frente a su presencia,
ya compartir la mesa no será
ni habrá ocasión por causa de su ausencia
en su descanso eterno más allá,
la impotencia me alivia este tormento
hasta que polvo sea para el viento.

Madre mía, de espíritu bendito,
de noble corazón y alma sencilla,
nos dijiste adiós desde el infinito,
para siempre te fuiste a eterna villa,
no estar contigo fue mi gran delito,
no podía llegar a la capilla
que doblaba por ti los carillones;
una lágrima rueda mis facciones.

Van pasando los años, ellos vuelan,
volando con el tiempo allí se van,
así las canas blancas ya revelan
que es hora de pensar en el diván
y ver lo que los sueños más anhelan
para reconciliar mi propio afán
de volver a mi viejo pueblo amado
y sentir mis raíces en sus prados.

La brisa fría envuelve el caserío,
soledad en las calles cubre todo,
el pueblo abandonado está vacío
las casas derruidas en el lodo
se pierden en ambiente tan sombrío,
pocas luces se ven desde el recodo,
siento se desdibujan los paisajes,
ya no puedo rendirte un homenaje.

- ¿Qué te pasa, por qué solloza abuelo?
- Abuelo estás soñando, despiértate.
- No llores más - decía con consuelo
la voz de mi pequeño a mi rescate,
fue mi nieto, a mi sueño puso el velo,
ilusiones sin fuerzas para embate,
sufrir en mis recuerdos a mi pueblo
es mi destino... mientras ya no vuelvo.
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