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Esa copa colmada
es savia derramada de la noche
en las negras tinieblas del derroche,
cual traicionera riada
que desborda la vida y huele a muerte,
copa perversa, trae mala suerte.
No bebas de esa copa
su bebida es efímera alegría,
fugaz y frágil, como flor de un día,
regocijo que arropa
en fiesta de unos dioses de mentira
con seductora música de lira.
Deja esa oscura copa
donde el alma zozobra como nave
a la deriva, pauta sin su clave
y que ciega galopa
para huir sin sentido a parte alguna,
evasiva del mundo y la fortuna.
Esa copa provoca
delirio y una risa ya vacía,
va de la euforia a la melancolía,
luego seca la boca
y queda siempre el ansia de beber
hasta el amargo trago sin placer.
Hijo, deja esa copa,
esa copa te escapa de la vida,
te deja a la deriva de una huída
que nunca al cielo topa.
Bebe el agua cristal de tu molino,
hijo mío, no temas al destino.
Esa copa colmada
es savia derramada de la noche
en las negras tinieblas del derroche,
cual traicionera riada
que desborda la vida y huele a muerte,
copa perversa, trae mala suerte.
No bebas de esa copa
su bebida es efímera alegría,
fugaz y frágil, como flor de un día,
regocijo que arropa
en fiesta de unos dioses de mentira
con seductora música de lira.
Deja esa oscura copa
donde el alma zozobra como nave
a la deriva, pauta sin su clave
y que ciega galopa
para huir sin sentido a parte alguna,
evasiva del mundo y la fortuna.
Esa copa provoca
delirio y una risa ya vacía,
va de la euforia a la melancolía,
luego seca la boca
y queda siempre el ansia de beber
hasta el amargo trago sin placer.
Hijo, deja esa copa,
esa copa te escapa de la vida,
te deja a la deriva de una huída
que nunca al cielo topa.
Bebe el agua cristal de tu molino,
hijo mío, no temas al destino.
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