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(Dedicado a mi Padrino Gabriel)
Adiós, Padrino.
Por siempre despedida
en la hora detenida
que te llama el destino.
Tu ejemplo queda
de hombre bueno y noble,
firme como el roble
en la áspera arboleda.
Siempre enfrentaste
los molinos de viento,
con fe en tu juramento
que en los tuyos sembraste.
Fuiste un Quijote,
Sancho Panza en tu rancho,
que más Panza a lo ancho
cabalgaba a tu trote.
Tu porte hidalgo
quedará en la memoria
y tu alma en la gloria
del infinito albo.
Adiós, Padrino.
He aquí tu pan y vino.
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